Mi afición a los hoteles viene de hace muchísimos años, la aventura de pasar una noche fuera de casa, de lo desconocido, de inventarme una historia, ya empezó siendo una niña. Los hoteles me transportan, me hacen sentir mejor, por descubrir y por depararme cosas nuevas.
Me gustan los hoteles clásicos, los chic, los contemporáneos, los de diseño imposible, los que me aportan algo a mis sentidos. Eso sí, un hotel tiene que ser práctico, sobretodo práctico en sus instalaciones y sus empleados tienen que ser simpáticos y ofrecer un servicio con sonrisa, porque la sonrisa es gratis.
Hamburgo es mi ciudad favorita alemana, no es muy conocida a nivel turístico en España pero para mi, que conozco Alemania profundamente, es la de mayor atractivo, por su combinación de elegancia, caos, tiendas, museos, puerto, etc. Perfecta para ofertas de día, con o sin niños, con impresionantes museos, galerías de arte, edificios espectaculares. De obligada visita su puerto y su famosa zona roja y gamberra, la Reeperbahn. Lugar donde están ubicados los muchos teatros musicales de Hamburgo. El centro elegante y chic ofrece todo lo que queremos encontrar para ir de compras a precios para todos los gustos.
Allí está mi último descubrimiento: un hotel en una antigua torre de agua perfectamente restructurada, el Mövenpick Hotel . Impresionante en su llegada, su forma circular y su verde parque alrededor. El hotel es una sorpresa, se llega con una rampa mecánica, a través de un túnel futurista con sonidos de gotas de agua que te recuerdan que te estás adentrando en un hotel con historia. La recepción moderna y funcional, desemboca en una zona con piedras históricas con dos ascensores para subir a las habitaciones.
Las 226 modernas y contemporáneas habitaciones , son amplias y confortables, de diseño contemporáneo y tonos madera oscuro. Camas muy cómodas. Diez de ellas son suites impresionantes, dos de ellas con doble piso. Ideales para perderse un fin de semana y aprovechar las ofertas de los paquetes románticos ideados por el hotel.
Curiosidad: todas las bañeras tienen un patito para jugar.
El hotel construido encima la que había sido la torre de agua abastecedora de Hamburgo, tiene lógicamente una forma circular, y todas las habitaciones está situadas en el entorno del eje principal del hotel. Ya de por sí, el hotel merece una visita, ni que sea para cenar o para un brunch dominical. El hotel está lleno de detalles conservando parte de su historia y vale la pena preguntar al concièrge que nos cuente todo lo que el hotel ofrece.
A mi llegada me entregaron un voucher para un cocktail en el Bar Cave y pude aprovecharlo muy bien aprovechado! En uno de sus rincones, en los sofás rojos al fondo, ofrece unas vistas inmejorables a la torre, pero hasta que no nos sentamos no se ve.
Su desayuno es generoso y variado con Nutella incluida , y en el Mövenpick Restaurante ofrecen deliciosas cenas incluyendo toques suizos en sus menús como la fondue.
Su zona de fitness con dos saunas, solarium y zona de descanso son ideales para el aprés shopping. Además, el hotel está enmarcado en un parque y a pocos metros del lago Alster, lugar de encuentro de los deportistas de la capital hanseática, perfecto para los adictos al footing o para salir a pasear.
Y lo mejor, la simpatía y predisposición a ayudar de todos los empleados, sí, todos simpáticos y amables. Ojalá en todos los hoteles fueran así!
Además, está ubicado en el centro de Hamburgo, enfrente una parada de metro y se puede caminar hasta la ciudad antigua. O salir por los alrededores de Hamburgo haciendo del hotel nuestro cuartel general. Visitar Lübeck, Lüneburg o la la magnífica Blankenese al pie del río Elba son excursiones ideales en los alrededores de Hamburgo.
Definitivamente, en mi próxima visita a Hamburgo, el Hotel Mövenpick volverá a ser mi casa.
Fotos y detalles del Hotel Mövenpick, clicar aquí.
Video de mi habitación 1603, clicar aquí.